ITINERARIO AUTOGUIADO

4.- La casa de Rufus

Entre los comerciantes que daban servicio a los vecinos de la ciudad, se encontraban los lavanderos. Uno de los productos más demandados por estos profesionales era la urea, con la que se blanqueaba la ropa. Por esta razón, era habitual encontrar a primera hora de la mañana recipientes con orina en las puertas de los vecinos, al objeto de que los esclavos, que trabajaban en estos establecimientos, las recogieran para su uso en la lavandería. Estos recipientes eran devueltos a sus dueños, ya limpios, al terminar la jornada de trabajo.

En la lavandería o tintorería (fullonica) se dejaba reposar la orina para producir amoníaco, que rebajado con agua se usaba para la limpieza de las prendas. El lavado se hacía pisando la ropa remojada en recipientes cerámicos, para después secarla al sol. A veces, para avivar los colores de la ropa, se ponía a secar sobre jaulas en las que se quemaba azufre. Para avisar de la posible presencia de gases tóxicos se usaban pájaros, muy sensibles a estas emanaciones.